El virrey José La Serna
había abandonado la capital el 6 de julio de 1821
debido al avance incontenible de las fuerzas patriotas. La Serna decidió refugiarse
en la sierra para restablecer sus huestes. El ejército libertador llegaría a ocupar
la ciudad de Lima el 10 de julio.San
Martín convocó
inmediatamente a las autoridades municipales y a la junta de vecinos notables.
Así de esta manera, la Proclamación de la
Independencia del Perú se realizó en Lima el
sábado 28 de
julio de 1821, al promediar
las nueve de la mañana comenzaron a llegar las principales
autoridades civiles y eclesiásticas, el Conde de San Isidro inició la
ceremonia al entregar el estandarte del nuevo Estado al viejo patriota Conde de
la Vega del Ren. Rápidamente se dirigieron al Palacio de gobierno
donde se encontraba San Martín, la Plaza Mayor estaba colmada, había mucho
entusiasmo, desde un balcón del Ayuntamiento de la ciudad San Martín salía del
Palacio para recibir a los ilustres representantes de la ciudad, estaba acompañado de
condes y marqueses, de los miembros de su Estado Mayor, de los generales del Ejército, de
los catedráticos de San Marcos y de obispos y sacerdotes católicos. Los
criollos y vecinos notables habían asistido masivamente a este magno
acontecimiento.
Entre las 10:30 y las 11 de la mañana, Don Jose de San Martín y su comitiva subieron al estrado en medio del silencio y el entusiasmo de los asistentes, de inmediato el Generalísimo enarboló el estandarte nacional, que recibió de manos del gobernador de la ciudad, y pronunció con mucha emotividad estas palabras:
“El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Agitando el pendón con inmenso júbilo, San Martín repetía con fuerza varias veces: “¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la Independencia!”.
Entre las 10:30 y las 11 de la mañana, Don Jose de San Martín y su comitiva subieron al estrado en medio del silencio y el entusiasmo de los asistentes, de inmediato el Generalísimo enarboló el estandarte nacional, que recibió de manos del gobernador de la ciudad, y pronunció con mucha emotividad estas palabras:
“El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Agitando el pendón con inmenso júbilo, San Martín repetía con fuerza varias veces: “¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la Independencia!”.
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